sábado, 1 de diciembre de 2012

El cronovisor

El 2 de mayo de 1972 el semanario italiano Domenica del Corriere sorprendía con un titular: "Inventada la máquina que fotografía el pasado".En el semanario se afirmaba que un equipo de doce físicos, encabezados por un monje, había creado un artefacto capaz de fotografiar el pasado y que incluso había registrado la vida entera de Cristo.
 
Los fundamentos de este descubrimiento se basan en el conocido principio de la física clásica, según el cual «la energía no se crea ni se destruye, sólo se transforma». El inventor del aparato, Alfredo Pellegrino Ernetti, un benedictino, aseguraba haber construido su máquina basándose en el concepto de que las ondas sonoras y visuales son energía y, por tanto, están sometidas a las mismas leyes físicas que la materia. 

El benedictino afirmó que su máquina funcionaba a la perfección, no entró en detalles técnicos pero sí ahondó en alguno de los éxitos conseguidos. A través de este cronovisor afirmó poder reconstruir porciones de algunas obras musicales perdidas desde hace siglos. Otras de sus afirmaciones resultan ser demasiado fantasiosas, dijo haber contemplado la destrucción de Sodoma y Gomorra, localizado el texto correcto de las Tablas de la Ley o haber presenciado la crucifixión de Jesucristo, siendo capaz de determinar cuáles fueron sus últimas palabras. ¿Un intento de convencer a los no creyentes de grandes episodios de la historia sagrada?
 
Se cuenta que en la investigación inicial para crear el cronovisor, intervinieron doce anónimos físicos de primera fila y 1956 sería la fecha hipotética en la que se pusieron en marcha las investigaciones de forma seria, siendo al año siguiente cuando se unió al grupo el  Profesor Matos.
 
Ernetti siempre repitió con vehemencia una frase rotunda cuando se le cuestionaba por la veracidad de esta teoría: …esto no tiene nada que ver con la parapsicología o la metafísica, ¡es ciencia pura! …cada ser humano, desde el momento de su nacimiento hasta el de su muerte crea una grabación en el ambiente formada por un doble surco de luz y sonido. Esto constituye su marca individual de identidad. Este mismo principio se aplica a la música y al movimiento. Por medio de las antenas que utilizamos en nuestro laboratorio, podemos sintonizar con esos surcos y recuperar la luz y el sonido del pasado.

A día de hoy sigue siendo un misterio, y màs intrigante aún en cuanto a que el Vaticano prohibió a Ernetti hablar sobre el tema: ¿Se puede prohibir algo que no existe?
 
 
 
 
 

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