sábado, 1 de marzo de 2014

Lo que debes saber sobre el cigarrillo electrónico

A pesar del enorme desconocimiento que hay en torno a la seguridad y eficacia de este producto, su consumo se ha disparado en los últimos dos años. Según un informe de Euromonitor Internacional, sus ventas en Europa superaron los 500 millones de euros en 2012 y la cifra se eleva a 2.000 millones cuando hablamos a nivel mundial.

Que hayas empezado a verlos ahora no quiere decir que sean una novedad. Los cigarrillos electrónicos llevan ya diez años en circulación. Fue en 2003 cuando comenzaron a comercializarse en China bajo la marca Ruyan. Su creador fue el farmacéutico Hon Lik, quien se decidió a desarrollarlos después de la muerte de su padre por cáncer de pulmón. A Europa llegaron en 2006 y el boom en España se produjo en 2011.


El doctor Carlos Jiménez, director del programa de investigación de tabaquismo de SEPAR (Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica), señala que "cada vez están teniendo más ventas en el mundo, especialmente en los países en los que existe una mayor regulación al consumo de tabaco normal”. En ese grupo se incluye España, donde la Ley Antitabaco de 2011 prohíbe fumar en lugares públicos.


"En cierto modo responde a una estrategia comercial. Al no poder fumar en sitios públicos, mucha gente trata de dejarlo. La mayoría lo hace por ella misma pero hay otros que tienen especial dificultad y por eso buscan alternativas", apunta el doctor Francisco Camarelles, Secretario de la Junta Directiva del Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo (CNPT).


La Ley Antitabaco de 2011 no hace alusiones a los cigarrillos electrónicos. Esto quiere decir que se puede "fumar" electrónicamente ("vapear") en un aeropuerto, un restaurante o incluso en el interior de un hospital. Sólo Cataluña ha preparado una regulación al respecto. El pasado mes de agosto la Conselleria de Salut de la Generalitat prohibió el uso de estos dispositivos en centros de atención primaria y hospitales públicos como forma de precaución mientras no haya estudios científicos que los avalen o los descarten.


No ocurre lo mismo en Francia, donde en mayo de 2011 la AFSSAPS (Agencia Francesa de Seguridad Sanitaria de los Productos de Salud) recomendó no consumirlos y donde dos años después (en mayo de 2013) se decidiría aplicarles la misma normativa que a los cigarros convencionales. 


Uno de los puntos más polémicos de los cigarrillos electrónicos se refiere al gran desconocimiento sobre su composición y el efecto nocivo de ésta. "Hay muchas marcas de cigarrillos electrónicos y cada una tiene diferentes sustancias", explica el doctor Carlos Jiménez, aunque matiza que hay algunas presentes en todo ellos. Éstas son el agua destilada y la glicerina vegetal, así como el propilenglicol y las nitrosaminas, que son las dos sustancias cancerígenas.


De esto ya alertó en 2009 la Agencia Americana del Medicamenteo (FDA) y lo refleja también el Informe del CNPT sobre los cigarrillos electrónicos: "Algunas marcas liberaban cantidades detectables de nitrosaminas, compuesto cancerígeno que también se encuentra en el humo de los cigarrillos convencionales y muchos de ellos liberan un compuesto químico llamado dietilenglicol (se usa como anticongelante en los coches) y por lo que no puede afirmarse alegremente de que sólo liberan "vapor de agua". Tampoco hay que olvidar que algunos tienen nicotina, que es una sustancia adictiva.


También produce problemas respiratorios a corto plazo. Lo señalaba un artículo publicado en 2012 por la revista científica Chest, donde se enumeraban diversas lesiones pulmonares ocasionadas por su consumo. Lo recoge también un reciente estudio de la Sociedad Americana de Neumólogos, que hace hincapié en los efectos adversos para los pulmones y la capacidad respiratoria. "En las personas que usan cigarrillos electrónicos aumenta la resistencia bronquial. Esto quiere decir que el bronquio disminuye de tamaño y entra una menor cantidad de aire en los pulmones", explica el doctor Carlos Jiménez, que matiza que ocurre también con los cigarros convencionales.

Tampoco ayuda a dejar de fumar. La mayoría de sus consumidores son fumadores que quieren dejar el tabaco, pero esto no asegura su éxito. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió en 2011 que no hay ninguna evidencia que lo demuestre. "En este momento sigue sin haber estudios concluyentes de que sea eficaz para dejar de fumar", asegura el doctor Camarelles.


Si no sirven para dejar de fumar, sabemos sus consecuencias a corto plazo y desconocemos sus efectos futuros, aún podemos encontrar un peligro más: "Lo que sería más grave es que se está convirtiendo en una forma de que algunos jóvenes se inicien en el tabaco", señala Camarelles haciendo alusión a un informe publicado en septiembre por el CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades). Según éste, el porcentaje de adolescentes que usan estos cigarrillos en EEUU es bajo pero está aumentando rápidamente. El citado informe señala que es la variedad de sabores lo que puede resultar más atractivo a los jóvenes no fumadores iniciándolos así en el consumo de nicotina.


Si los efectos sobre el "vapeador" activo son casi una incógnita, mucho menos se sabe qué puede ocurrir con el pasivo. Este grupo de gente, libre de humo desde la entrada en vigor de la ley de 2011, se expone al "e-humo" en lugares cerrados sin saber si es o no perjudicial para su salud. "Piensa que el primer estudio del humo ambiental del tabaco que establece sus peligros es de 2006, muy reciente. Pasarán muchos años para demostrar que es perjudicial también para el que está al lado del "vapeador", recalca el doctor Camarelles.

El futuro del cigarrillo electrónico pasa por un cambio legislativo a nivel europeo. La nueva norma, que fue aprobada por la Eurocámara el pasado 8 de octubre y que previsiblemente entrará en vigor en abril de 2014, no es tan estricta como solicitaba la OMS y la Comisión de Salud Pública. Esta obligará a los fabricantes a informar a las autoridades de si sus productos son o no medicinales, con propiedades curativas o preventivas. El primer caso tendrán que cumplir con la legislación que siguen chicles, parches y comprimidos de nicotina; mientras que en el segundo serán tratados como el tabaco normal. No podrán exceder los 30 mg/l de nicotina y deberán incluir advertencias sanitarias. Además tendrán las mismas restricciones publicitarias que los productos del tabaco.




(Fuente: http://www.huffingtonpost.es/2013/11/12/cigarrillo-electronico_n_4259319.html)



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