viernes, 6 de septiembre de 2013

Relaciones tóxicas

Quien no se ha encontrado alguna vez en su vida a alguna persona que, aunque cayéndote bien, notas que te altera el ánimo, te chupa la energía o simplemente ves que no le importa un pimiento lo que te ocurre; o peor aún, se interesa sólo cuando las cosas no te van bien. 
 
El psicólogo argentino Bernardo Stamateas da algunas pistas para identificarlas en su libro "Gente tóxica". Según el autor, estos individuos en un principio son aparentemente inofensivos.
 
"Las personas tóxicas potencian nuestras debilidades, nos llenan de cargas y frustraciones". "No des crédito a ninguna palabra ni sugerencia que provenga de los tóxicos". "No te amarres a quienes no se alegran de tus éxitos", explica Stamateas en 'Gente tóxica'.

Stamateas asegura que se puede y se debe evitar que este tipo de personas tomen el control de nuestras vidas. Primero, identificándolas, y segundo, reforzando la autoestima y adquiriendo estrategias para no caer en sus redes. Pero cuando la situación compromete la salud o la estabilidad emocional, los terapeutas aconsejan alejarse de esas personas o ambientes.
 
No existe sólo un tipo de persona tóxica. Con el fin de poder reconocerlos y neutralizarlos, Stamateas desarrolla en su libro una lista con las distintas tipologías que adoptan estos seres nocivos. Éstas son algunas de las formas que adoptan:

  • Meteculpas: La culpa es uno de los sentimientos más paralizadores que hay, hace que nos detengamos en la búsqueda de nuestras metas. 
  • Envidioso: Siempre trata de buscar aliados. Hablará con otros para envenenarlos porque su objetivo es boicotear cada uno de tus proyectos. El que calumnia, probablemente, no puede tener el mismo brillo que tú.
  • Descalificador: Su objetivo es controlar nuestra autoestima, hacernos sentir nada ante los demás para que él o ella pueda brillar y ser el centro de atención.
  • Agresivo verbal: Los gritos, las contestaciones agresivas y fuera de lugar son sus armas para hacer a la otra persona sentirse incapaz, débil e insegura. Su objetivo es despertar miedo a su alrededor para ser respetado.
  • El psicópata: Muestran una imagen que no se corresponde con su interior. Son tus 'amigos' mientras les sirves para conseguir sus propósitos. Una vez alcanzados te desechan y te tratan como si no te conocieran. Siempre se ofenden por todo. Hablan mal de todo el mundo. Son resentidos y amargados, y nadie puede sugerirles nada. Se muestran incapaces de detectar el sufrimiento humano.
  • El chismoso: Este tipo de persona difunde rumores de manera constante para menoscabar tu imagen. Los rumores tienden a simplificarse en una única idea para hacerla asimilable por la masa. Busca notoriedad y hacer aliados.
  • El quejoso: Se lamenta todo el tiempo. Es dependiente y espera a que el otro resuelva sus problemas. Tiene una mente cerrada, duda de todo y no tienen metas. La diferencia es que son seres tóxicos para sí mismos y para los demás.

Para el psicólogo Juan Cruz hay antídotos para este virus que infecta las mentes de muchas personas que están en contacto con un entorno laboral o afectivo poco saludable:
  • Detectar: "Hay que detectar la toxicidad para poder salir de ella. No escapar sino hacerle frente. Sólo gracias a esa toma de conciencia como observador externo el lóbulo frontal se activa y genera calma", explica Cruz.
  • Adaptarse: Aunque la situación sea muy tóxica, se pueden desarrollar estrategias para poder adaptarse a ella.
  • Abstracción: Aunque nos bombardeen con mensajes letales, tenemos la capacidad de protegernos y cerrar nuestra mente a esa información.
  • Autoestima: Potenciar los recursos que cada uno tiene, realizar actividades que refuercen nuestras aptitudes y habilidades, buscar nuevos entornos más salubres donde se aprecien nuestras cualidades.
  • Relaciones sociales: Cultivar los vínculos afectivos verdaderos y las relaciones sociales basadas en valores. Fomentar la interdependencia y una buena red de amistades.
  • No al victimismo: Abandonar la autointoxicación, ese diálogo interior que repite una y otra vez los mismos mensajes negativos sin ofrecer nunca una salida.
  • Solidaridad: Hacer cosas por los demás o implicarse en proyectos solidarios es una buena forma para salir de uno mismo y su propia 'desgracia'. Además, ayudar a otras personas que sufren es bueno para relativizar.
  • Abandonar: En ocasiones, sobre todo cuando las consecuencias afectan a la salud, hay que abandonar las situaciones contaminantes. Pero no es una derrota porque, a veces, para sobrevivir en un entorno tóxico, hay que convertirse en un ser tóxico. Y ese es un precio demasiado alto. Hay momentos en que una retirada a tiempo es una victoria.


Probablemente ya alguno de ustedes haya identificado a alguna de esas personas tóxicas que nos machacan y lastran como una piedra al cuello. Espero que sirva también para que, aquella persona que se vea clasificada e identificada  como "tóxica", consiga cambiar su vida y alegrársela no sólo a ella sino a todos los que le rodean.
 
(Información sacada de elmundo.es)

No hay comentarios:

Publicar un comentario