domingo, 28 de septiembre de 2014

Vlad el Empalador

Vlad Draculea fue el personaje en el que el escritor irlandés Bram Stoker se inspiró para crear el vampiro Conde Drácula. En la actualidad Vlad Tepes es considerado un héroe nacional en Rumanía.
 
Vlad III, cuyo nombre era Vlad Tepes, conocido también como Vlad el Empalador o Vlad Draculea, nació en Sighisoara (Transilvania), en noviembre de 1431 y murió en batalla, en diciembre de 1476, cerca de Bucarest. Fue Príncipe de Valaquia (hoy el sur de Rumania) entre 1456 y 1462.

Gran luchador en contra del expansionismo otomano que amenazaba a su país y al resto de Europa, también era famoso por su manera de castigar a los enemigos y traidores. Tenía predilección por el empalamiento, una técnica de tortura y ejecución que consiste en introducir un palo de aproximadamente 3,50 m de longitud sin punta (ya que esto aseguraba un mayor sufrimiento en la víctima), por el recto, fijarlo a la carne con un clavo y después levantarlo para que la víctima muriese lentamente.

Un delegado papal en la corte húngara lo describió así:

No era muy alto, pero sí corpulento y musculoso. Su apariencia era fría e inspiraba cierto espanto. Tenía la nariz aguileña, fosas nasales dilatadas, un rostro rojizo y delgado y unas pestañas muy largas que daban sombra a unos grandes ojos grises y bien abiertos; las cejas negras y tupidas le daban aspecto amenazador. Llevaba bigote, y sus pómulos sobresalientes hacían que su rostro pareciera aún más enérgico. Una cerviz de toro le ceñía la cabeza, de la que colgaba sobre unas anchas espaldas una ensortijada melena negra.
 


En 1448, a la edad de 17 años, su padre, el rey, muere apaleado como un perro, y su hermano enterrado vivo. Los asesinos, sus enemigos, eran nobles de la zona. Vlad asume el trono de Valaquia con el apoyo de algunos sectores de la nobleza, dentro de una corte llena de enemigos que quieren depararle el mismo destino que el recibido por su padre y su hermano.

Al llegar al trono se convierte en Vlad III Draculea y busca venganza contra los asesinos de su padre y su hermano. Muchos príncipes de la zona quieren su trono, y finalmente le expulsan y tiene que exiliarse. En Hungría es tomado prisionero, pero en 1456 escapa y regresa a su tierra, Valaquia. Allí le fue devuelto el trono.

Su primera acción cruel la protagoniza en 1459, cuando organiza una cena de nobles en su castillo para hablar de paz, y en plena fiesta, entran en la sala soldados que aniquilan a todos los presentes.

A partir de 1462 siembra el terror empalando aproximadamente a 100.000 personas. En el empalamiento se introducía una estaca por el ano y se dejaba que el cuerpo resbalase por el poste hasta que el cuerpo quedaba totalmente atravesado, saliendo la punta por la boca.

Tenía la costumbre de comer viendo los cuerpos empalados, observando un bosque de postes y cuerpos putrefactos. Frecuentemente ordenaba llenar un cuenco con la sangre de sus enemigos, donde mojaba el pan que ingería. De allí viene una parte de su leyenda negra. En una ocasión, uno de sus soldados le comentó satíricamente que todos aquellos cuerpos desprendían un fétido olor muy desagradable. Tras ese comentario, Vlad lo mandó empalar. Acto seguido, se aproximó al poste donde estaba ensartado y, antes de que perdiera la vida, le comentó: "Huele mejor desde allí arriba, ¿verdad?". 

Cuando los turcos deciden aniquilarlo con un ejército de 200.000 hombres, infiltra entre la tropa enemiga a enfermos de peste y tifus, extendiéndose rápidamente las epidemias entre los mismos.

Antes de ser apresado por los húngaros, su mujer y su hijo se suicidan, aumentando la locura del "empalador". Durante su cautiverio empala perros, gatos y roedores...

En 1473 logra la libertad y en 1476 recupera el trono. Tras tantos años de guerra contra los turcos, se da cuenta de que en Valaquia existen muchos pobres, tullidos, minusválidos… y toma una decisión para acabar con ese problema: Organiza una fiesta para ellos y una vez reunidos los manda empalar.

Un día, con una escolta de apenas 200 hombres, cae en una emboscada frente a los turcos. Éstos explicaron la tremenda ferocidad de aquellos hombres, que luchaban como si estuvieran poseídos,  peleando casi hasta el final. El propio Vlad pudo matar a cinco o seis rivales antes de caer muerto. Sólo diez soldados de su escolta se rindieron finalmente.

La cabeza de Vlad Tepes fue cortada y enviada a Turquía como símbolo del triunfo del monarca musulmán sobre el empalador. 




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