lunes, 8 de diciembre de 2014

Positividad máxima

Hay días en los que uno se levanta francamente mal, simplemente no tiene ganas de nada, y si encima te tropiezas con algún gilipollas la cosa se dispara.

Pese a todo, hay que hacer un esfuerzo para evitar que, cosas ajenas a ti te afecten y estropeen un día de tu vida que puede esconder verdaderas oportunidades de ser un poquito más feliz.

A veces, una simple sonrisa hace milagros cuando piensas que la mayoría de la gente que te cruzas por la calle van a lo suyo sin pensar en los demás. Un choque físico con alguien cambia la actitud de esa persona si tienes una sonrisa en la cara. Sin embargo, cuando estás con el ceño fruncido, un leve contacto con alguien puede significar una reacción como: ¡Mire por donde va, señora!. Algo que nos cabrea bastante, pero cuando ves tu rostro reflejado en alguna parte dices: ¡Vaya cara de asco que llevo! ¡No me extraña que despierte tanta hilaridad!
 
Otras veces simplemente hay que darle la vuelta a las situaciones negativas, caricaturizar todo aquello que te hace sentir mal; por ejemplo, no hace mucho a una amiga le dijo la chica que normalmente le vende el pan: ¡Ay!, ¿Qué estas embarazada? Mi amiga, que lleva una temporada poco animada y con unos kilos de más, simplemente le dijo que no, y salió de la tienda con cara de circunstancia por lo que la hija puta le había dicho y más teniendo en cuenta que la susodicha estaba como un tonel. El escudo perfecto ante esto es poner una sonrisa de oreja a oreja y decirle: Sí, ¡pero yo no traigo trillizos como tú, cabrona! y descojonarse en su cara. Por supuesto, lo siguiente es no volverle a comprar más el pan para que no vuelva alterar tu metabolismo.
 
En fin, que recursos hay un montón, sólo hay que utilizarlos y saber reírse de uno mismo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario